LA IDENTIDAD DE CRISTÓBAL COLÓN” (Sinopsis) (5ª Edición)

Alfonso Philippot Abeledo

Cristóbal Colón nunca se declaró genovés…Redactó en español sus propias notas…Sus padres eran comerciantes españoles. Sus hermanos también utilizaron el apellido Colón, y escribieron y hablaron siempre en español “. (Encyclopedia Britannica. 15 th. Edition)

Fernán Eanes de Soutomaior fue uno de los navieros más importantes de Galicia. Hacia 1433, mantuvo relaciones con una joven de Porto Santo (Pontevedra), llamada Constanza Gonçálves Colón, de la que nació el futuro Almirante del Mar Océano Posteriormente, habiéndose casado Constanza con un marinero al servicio del propio Fernán Eanes (239), el infante pasó a ser tutelado por su padre biológico y fue rebautizado con el nombre de Pedro de Soutomaior; manifestando aquél su deseo de que el bastardo siguiera la carrera eclesiástica, bajo la dirección de su tío Fray Esteban de Soutelo. Más tarde, Constanza tuvo a Bartolomé y a Diego Gonçálves Colón (Árboles 65 y 65ª).

Del matrimonio de Fernán Eanes con Leonor Messía nació un único hijo llamado Álvaro Páez, quien habiéndose casado con Maria de Ulloa, su prima segunda (Árbol 3), no tuvo descendencia. Para salvaguarda del patrimonio familiar, don Álvaro pidió a los Reyes poder adoptar a su medio hermano, que en lo sucesivo fue conocido como Pedro Álvarez o “Pedro Madruga”. No obstante, desoyendo éste la manda testamentaria de su padre, abandonó el convento de los dominicos de Tui, hacia 1446, “y se dio al arte de la mar“ (249), navegando por espacio de 23 años.

Álvaro Páez falleció en 1468, a causa de las heridas recibidas durante la revuelta “Irmandiña” (274), y “Madruga” regresó a Galicia para hacerse cargo de la herencia; contrayendo matrimonio posteriormente con doña Teresa de Távora (Árbol 10), pariente de la Casa Real Portuguesa.

Entre 1469 y 1475, “Madruga” tomó parte en las continuas guerras promovidas por los señores feudales, y en 1476 participó en la famosa batalla de Toro, luchando al lado de los portugueses. Acción por la que Alfonso V le otorgó el título de conde de Camiña (278), y tuvo que refugiarse en el país vecino.




A finales de 1479 se estableció en Lisboa (293), bajo el nombre de Cristóbal Colón, alojándose en la “Charneca”, residencia de Pedro Correa -primo de doña Teresa de Távora (Árbol 46)- casado con Elena o Izeu Perestrello. Pedro Correa (1440-1497) era gobernador de la Isla Graciosa, y le facilitó valiosa información sobre los extraños hallazgos de las Azores, relacionados con la existencia de tierras allende el Mar Tenebroso.

(Al referirnos a Izeu Perestrello –media hermana de Felipa Muñíz (Árbol 55)-- cabe señalar que a través de un autógrafo suyo, hallado por el célebre cronista portugués Gaspar Frutuoso (1522-1591), que cita en “Saudades da Terra”, sabemos que el verdadero nombre de pila de “Madruga” era Cristóbal Pedro; acerca de lo cual nos informa, asimismo, Lucio Marineo Sículo (1460-1533) en “De rebus Hispaniae memorabilibus…”, llamándole al gran navegante ”Petrum Colonum”).

Ausente “Pedro Madruga”, los Reyes Católicos confiscaron todos sus bienes en Galicia, pero a ruegos de Teresa de Távora nombraron a su hijo Álvaro apoderado y administrador de los mismos (297).


Hacia 1481, Colón viajó con Felipa Muñiz a la Isla de Porto Santo (Madeira), de la que su padre, Bartolomé Perestrello, era el gobernador. Al año siguiente nació su hijo Diego (segundo de este nombre), y participó en una expedición al Castillo de la Mina (299), que administraba Azambuja, primo de los Távora (Árbol 46).



A su regreso a Lisboa, en 1484, presentó a Juan II su proyecto de descubrimiento (301), que en principio fue acogido con cierto interés. Según Washington Irving, la asamblea estaba formada por los cosmógrafos más brillantes del reino, y por el confesor de Juan II, Diego Ortiz de Cazadilla, obispo de Ceuta. Finalmente, la idea no satisfizo al monarca, pero hirió el orgullo nacional del almirante Pedro de Meneses, marqués de Villarreal –primo, asimismo, de doña Teresa (Árbol 48)- que ensalzó la figura de Colón y defendió su propuesta.

Madruga” permaneció expectante en Lisboa hasta finales de 1485, pero informado de los cambios que había sufrido su casa en Galicia, bajo la ocupación de don Álvaro, decidió regresar a Castilla. El 10 de Enero de 1486 otorgó testamento en Refojos (término de la ciudad de Oporto), y se dirigió a la Corte, que se hallaba en Alcalá de Henares, con la intención de recuperar sus propiedades. En opinión de varios historiadores, fue el Cardenal Mendoza quien preparó dicha audiencia (309 – Árbol 4).

Volviendo al polémico retorno de “Pedro Madruga”, señala López Ferreiro: “Figurándose que en Castilla, con la protección de sus parientes y amigos, como los hijos del Maestre de Calatrava, don Gutiérrez de Soutomaior y el Duque de Alba (don García), podría llegar a un arreglo con su hijo Álvaro y obtener el perdón de los Reyes, abandonó Portugal ” (321).

Su primera entrevista tuvo lugar el viernes 20 de Enero de 1486 en el Palacio Arzobispal (fecha que coincide con la que señala Colón en el Diario de a bordo), pero no figura en las actas oficiales que se conservan, probablemente debido al carácter privado de la misma. Como testigos de excepción, dos altos dignatarios de la Iglesia: el referido Pedro González de Mendoza y el Prior de Prado, Fray Hernando de Talavera .



Lo que más le apremiaba a los Reyes era conocer las intenciones de su gran oponente, don Juan II, sus proyectos de expansión y el destino de la “Excelente Señora”, doña Juana, recluida en un convento. Respecto al futuro inmediato de Soutomaior el fallo inapelable de los Soberanos fue que renunciase a su señorío de Galicia, en favor de don Álvaro, permitiéndole a cambio residir en Castilla, pero alejado de toda actividad política. En cuanto a la viabilidad de su proyecto, debía pronunciarse una junta de sabios que se reuniría en Salamanca; quedando él, entretanto, encomendado a Fray Hernando de Talavera .

El 22 de Febrero de aquel mismo año, los Reyes dejaron su residencia del Palacio Arzobispal y emprendieron viaje a Madrid, no sin antes concederle al Conde de Camiña una segunda audiencia en la que reafirmaron su decisión de nombrar a don Álvaro apoderado del estado de Soutomaior.

Conocido el itinerario de Isabel y Fernando durante este año de 1486, sabemos que desde Madrid se trasladaron a Segovia. En Arévalo pasaron cuatro días (del 5 al 9 de Marzo), y desde allí se fueron a Medina donde permanecieron hasta el 4 de Abril. Pero enterados del fallecimiento de la Duquesa de Béjar, doña Leonor Pimentel (Árbol 46), y desando darle el pésame a su esposo, prosiguieron viaje hacia aquella ciudad, deteniéndose antes en Salamanca y Alba de Tormes.


Durante este tiempo, aconsejado por el Prior de Prado, Colón se dirigió al Monasterio de San Leonardo, donde debía aguardar por la junta que estudiaría su propuesta. “Advertido el Duque –don García- de la próxima llegada de los Reyes –señala el cronista Vasco Da Ponte- díjole a don Pedro el tiempo en que habían de venir sus Altezas. Esperoles el Conde de Camiña, y venido el Rey y la Reina a Alba de Tormes, recogiose al Monasterio de los Jerónimos”. El testimonio de Vasco Da Ponte es concluyente y prueba, sin lugar a dudas, que “Madruga” se hallaba en aquella localidad el 11 de Abril; correspondiendo esta fecha, precisamente, a la única visita que los Soberanos hicieron a la villa ducal en el transcurso de 1486 (323).



La estancia del conde de Camiña en San Leonardo, debió prolongarse por espacio de seis meses, esto es, de primeros de Abril a finales de Octubre de 1486. Según Vasco Da Ponte, que debió hacerse eco del testimonio de Pedro Falcón, antiguo “castillero” de Soutomaior: “Habló el Duque al Rey, mas no pudo negociar nada, y unos dixeron que el Conde muriera allí de dos carbunclos, otros dixeron que el Alcalde Proiano entrara en el Monasterio con sus porquerones, y que le echara un garrote al pescuezo; unos dicen que fue de una manera y otros dicen que fue de otra; quizás fue de entrambas maneras…” .

Versión fantástica, y en cierto modo malintencionada, pues no ha faltado quien sugiriese la idea de un vil asesinato ordenado por los propios Reyes. Lo único cierto es que el Conde desapareció misteriosamente, sin dejar rastro; y en el peor de los casos, sin haber reclamado siquiera su familia el derecho a darle sepultura. La nebulosa que vela el destino de Pedro Madruga, a partir del relato de Vasco Da Ponte, es la misma que oculta la incógnita andadura de Cristóbal Colón.

En el testamento que otorgó Diego de Muros en Ciudad Rodrigo, el 8 de Diciembre de 1491 mandó a la Iglesia de Tui cien mil maravedís de los setecientos mil que le debía el Conde de Camiña, previniendo a sus albaceas que no le entregasen a dicho Conde la fortaleza de Fornelos, mientras no pasase al Cabildo Catedralicio la cantidad que le dejaba ordenada. “Lo que supone –señala el historiador Benito Vicetto- que Pedro Álvarez de Soutomaior vivía aún a finales de 1491” (325).



Durante su estancia en Salamanca, y por el parentesco que le unía con Diego de Deza (Árbol 25) don Pedro fue huésped del Convento de San Esteban, así como de la casa de Valcuevo, donde tuvieron lugar, entre Noviembre y Enero de 1487, las famosas Juntas en las que se discutió la viabilidad del viaje a Indias, siendo el fallo contrario a sus pretensiones.

No obstante, a partir del 5 de Mayo del año siguiente recibió por orden de la Reina distintas cantidades para su mantenimiento, correspondiendo la última al 18 de Octubre, por valor de once mil maravedís; consignándose en el libro de cuentas del “limosnero” Pedro de Toledo, como receptor o beneficiario de dicha cantidad a un “portugués” cuyo nombre figura en blanco. El hecho de llamarle “portugués” a Cristóbal Colón en un documento oficial, suscita nuevas reflexiones sobre su controvertida personalidad, dada la costumbre que a la sazón existía de confundir a los portugueses con los naturales del sur de Galicia (332).

A finales de 1487 Colón fijó su residencia en Córdoba y se relacionó con los Enríquez de Arana, nietos de Juan Ruiz de Biedma, quien a su vez lo era de Fernán Ruiz y de su esposa, Marina Páez de Soutomaior, hija de Paío Gómez Chariño (Árbol 65b). Relación que le condujo hasta Beatriz Enríquez, “señora de noble alcurnia”, dicen entre otros Eustaquio Fernández de Navarrete, Diego Ortiz de Zúñiga, José Mª Asensio y Henry Harrisse, de la que tuvo por hijo a don Hernando (361).



En el otoño de 1491, después de seis años de estériles negociaciones, Colón decidió irse al Rey de Francia, pero en el último momento se dirigió a Moguer, señorío que desde el siglo XIV había pertenecido a sus primos, los hijos del almirante Alonso Jofre Tenorio (bisnieto de Teresa Páez de Soutomaior), cuyos descendientes entroncaron con los Portocarrero (Árbol 21), vinculados políticamente al de Camiña.

Más tarde, aconsejado tal vez por algún familiar, se encaminó hacia `Palos, y desde allí fue a La Rábida, donde los frailes le acogieron con gran cortesía, acompañándole a la villa de Santa Fe, en la que reanudó sus negociaciones con los Reyes; rubricando las famosas Capitulaciones que propiciaron el descubrimiento del Nuevo Mundo.

El señorío de Palos pertenecía a la familia Silva (Árbol 2) liderada por don Juan, III conde de Cifuentes -primo del propio Pedro de Soutomaior- quien a su regreso del primer viaje presidió la comitiva que le recibió triunfalmente, alojándole en su palacio de Sevilla.



Desde que “Pedro Madruga” salió de Galicia para su exilio en Lisboa, a finales de 1479, hasta que empezó a ser conocido para la historia como Cristóbal Colón, pasaron casi catorce años. ¿En qué medida puede cambiar el aspecto físico de una persona durante este tiempo?. Según el Padre Las Casas, debido a los muchos trabajos y vejaciones que hubo de soportar, el Almirante encaneció pronto. La imagen de aquel “gigante de pelambre rufa y barba erizada, ojos gatescos, temerario, cruel y religioso”, como lo describe el autor Federico Sainz de Robles en su obra “Castillos de España”, difiere notablemente de la que refleja toda la iconografía “colombina”. Pues en 1493, el de Camiña ya no era el mítico “señor de horca y cuchillo” del que hablan las crónicas provincianas. Oficialmente, no era de este mundo, y desde 1486 su efímera notoriedad dejó de interesarle a los historiadores castellanos; quienes, por otra parte, no habían llegado a conocerle personalmente. Prueba de ello es que su estancia en Alba de Tormes pasó inadvertida, como se demuestra por las dificultades que halló Vasco da Ponte para rehacer su andadura.

¿Quién podía identificar a “Madruga” con el oscuro aventurero recién llegado de las Antípodas, cuya falsa ciudadanía genovesa divulgaban a los cuatro vientos los propios Reyes de Castilla? “La naturaleza de Cristóbal Colón se silencia de manera sistemática –decía el ex Presidente de la Real Academia de la Historia, don Antonio Rumeu de Armas- o se la encubre con el simple dictado de extranjero… ¿Qué misterio se oculta tras ésta reiterada postura oficial?” (“La epopeya colombina”, Anexo a “Las raíces de América”. Madrid, 1968)

Los hechos de “Pedro Madruga” comienzan a magnificarse en pleno siglo XVI. La reseña biográfica de la que podríamos llamar “su primera existencia” (1433-1486), fue escrita por Vasco Da Ponte hacia 1534; publicándose en 1571 la historia del Pseudo-Hernando.

ANEXOS Al MISMO TRABAJO

1 Más de cien nombres impuestos en América por el descubridor que corresponden a accidentes geográficos

de las Rías Bajas .

2 Más de 500 vocablos en lengua gallega contabilizados en los autógrafos de Cristóbal Colón (204).

3 La enigmática firma del Almirante, que nos facilita su verdadero nombre de pila y árbol familiar (393).

4 Su celebre frase de la carta que le dirigió a doña Juana de Torres, “Yo no soy el primer Almirante de mi

familia”, se refiere a Paio Gómez Chariño, Álvaro Páez de Soutomaior, Alonso Jofre Tenorio, Diego Hur-

tado de Mendoza , y el propio Cristóbal Colón. Índice de Apellidos, contenidos en el Apéndice Genealógico.

Las citas de Juan Cerón (año 1511) y del cronista de Carlos V, Francesillo de Zúñiga (año 1523) que contiene el Opúsculo (“El secreto de Maria Vinyals”), sobre la personalidad del Almirante, avalan esta tesis. Así como el Estudio Pericial sobre la identidad gráfica entre Cristóbal Colón y Pedro de Soutomaior (Pedro Madruga), realizado por Mª Teresa Torres Legarreta (Perito Calígrafo y Grafopsicológico, Master en Grafística, Grafopatología y Grafología Forense por la Universidad Autónoma de Barcelona), publicado el año 2009 en el Boletín nº 8 de la Asociación de Genealogía, Heráldica y Nobiliaria de Galicia.



En Vigo, a 10 de Junio de 2010.

 



 

PORTO SANTO Y LA CASA DE LA TRADICIÖN

Alfonso Philippot Abeledo

El 19 de Septiembre de 1917, el entonces Gobernador Civil de Pontevedra, Don Luis Tur y Palau se dirigió por carta a Don Juan Fernández Gil, paleógrafo y Cronista Oficial de Villagarcía, en los siguientes términos:

“Mi distinguido amigo: Correspondiendo a los deseos manifestados por usted, he llamado a Benito Muñiz Pérez, de 76 años, y en este Gobierno ante los señores D. Adolfo Castro Monge, D. Cosme Rupelo, D. Julio Álvarez Builla, D. Andrés Rojo Soto, D. Luciano Varela y el que le escribe, ha manifestado que siendo joven había oído a Francisco Fraga Portas, fallecido a los 97 años de edad, que este supo por su madre Alberta Portas de 105 años, y Alberta de los suyos de 107, “que el que había descubierto las Américas había nacido en una casa pequeña de Porto Santo (que ahora habita una sobrina suya), y que se marchó de pequeño y no se supo más de él”. Y como es exactamente lo mismo que usted me decía, tengo el mayor gusto en hacérselo saber. Pero aún hay más: me dice el Inspector Sr. Rojo que Don Anselmo Martín, dueño del Café Méndez Núñez le había manifestado haber oído lo mismo al referido Fraga…”

El texto que hemos reproducido, viene a cuento por las recientes declaraciones de algunos que ante el anuncio de la próxima inauguración de La Casa-Museo de Cristóbal Colón en Porto Santo de Poio, han puesto en entredicho que aquel lugar sea la verdadera cuna del Descubridor. Tema que, dada su complejidad, precisa del conocimiento y análisis de personas muy cualificadas.

En el verano de 1935, el célebre jurista y escritor Don Luciano Rey Sánchez* visitó aquella población, y como Notario dio fé de las declaraciones de Da. Matilde Trevilla –viuda de D. Enrique Zaratiegui Molano, ex Archivero de Hacienda, que construyó su casa en Porto Santo hacia 1915- asegurando que era del dominio público que allí había nacido Cristóbal Colón; en lo que coincide con la declaración de Benito Muñiz. “Consta también -añade el señor Rey Sánchez- que Cristóbal Colón le dio el mando de un navío del tercer viaje a Juan Antonio Colón, que no puede ser otro que el mareante Juan de Colón que aparece en los documentos y piedras de Pontevedra…” El personaje en cuestión figura en realidad como mayordomo del Almirante, disfrazado por los “genovistas” bajo el nombre de Juan Antonio Colombo. “En fin, el hecho de la tradición oral –prosigue Luciano Rey Sánchez- es lo más lógico y natural del mundo…, porque está de acuerdo con los nombres que grabó en sus bautizos de la Ría de Pontevedra…” (San Salvador, Porto Santo, Casa da Cruz, Isla de Ratas, Punta Seca, Isla de Gracia, Río da Serpe, San Juan Bautista, Punta Lanzada, Mar de Nuestra Señora, Río y Puerto del Sol, Cabo San Blas, Punta Moa, Punta do Ferro, Las Hermanas, Punta Tolete, Cabo de Lapa, Punta Mejillones, Punta Gorda, etc.)

*) El notario D. Luciano Rey Sánchez, hermano del Presidente del Consejo de Administración de “La Voz de Galicia”, nació en Arzúa en 1873, y se jubiló en 1941. Hacia ese mismo año publicó un libro titulado “España, patria infalible de Cristóbal Colón”, en el que defiende la tesis del Colón gallego, y analiza los controvertidos documentos “colonianos”, tales como el supuesto Mayorazgo de 1498, e impugna los argumentos del señor Astrana Marin, defensor de la teoría genovesa.

El 8 de Mayo de 1920, decía el eximio Antonio Rey Soto: “Yo que me precio de conocer, a caso todo lo que hasta ahora se ha escrito a cerca de esta cuestión tan debatida, declaro que ya no hay lugar a la discusión razonada y serena acerca del galleguismo de Colón”. (Prólogo a la obra del Médico Rodríguez “Colón español, hijo de Pontevedra”.)

De acuerdo con los documentos aportados por D. Casto Sampedro, fundador y Presidente de la Sociedad Arqueológica, los principales personajes de apellido Colón que figuran como vecinos de Pontevedra a partir de 1428, son los siguientes: Bartolomé de Colón, perteneciente al Gremio de San Juan Bautista que representaba a los Carpinteros de Ribera, padre de Domingo de Colón, el Viejo, de Maria y Blanca de Colón; casadas, respectivamente, con Juan de Viana y Alfonso Gonçálves de Soutelo (sastre al servicio del Monasterio de Poio). Hijos de este último y de su esposa, fueron: Juan, Constanza y Blanca Gonçálves Colón. Nieto de Maria, fue el susodicho Juan de Colón, primo del Almirante; y este hijo natural de Constanza, quien de su posterior matrimonio con Juan do Ribeiro nacieron Bartolomé y Diego Gonçálves Colón.

Juan do Ribeiro era hijo de Juan Gonçálves Papalagaviota, copropietario de una embarcación llamada “Nuestra Señora de Gracia”, que el 25 de Agosto de 1496 se hallaba en el puerto de Barcelona y fue adquirida por Tristán de Montenegro. Recordemos que con aquel nombre bautizó Colón un promontorio de la Península de Paria, el 2 de Agosto de 1498. “Nuestra Señora de Gracia” se veneraba en la Isla de Tambo desde tiempo inmemorial, y era devoción de los mareantes de Pontevedra.

Otra noticia importante, facilitada por el autor Constantino de Horta y Pardo, es la cita del obispo de Tui, Don Diego de Avellaneda: “El obispo Avellaneda, en una pastoral de la fecha del Descubrimiento, ensalza el mérito de Galicia y hace mención de que el marino Cristóbal Colón era nativo del Reino Gallego. Esta Pastoral –subraya Horta y Pardo- demuestra que en Galicia se creía que el Colón que acababa de descubrir América era de Pontevedra, por más que el rumor público decía que era extranjero.” (“La verdadera patria de Cristóbal Colón”. New York, 1911)

A unos 150 metros de la “casa natal”, en el mismo lugar de Porto Santo (feligresía de San Salvador), se encuentra una finca llamada “La Puntada”, que hasta el 5 de Mayo de 1796 fue propiedad del XII duque de Veragua, Don Mariano Colón de Toledo (1742-1821), habiéndola heredado de sus antepasados. Al otro lado, a orillas de un riachuelo del que tomó su nombre, se hallaba la célebre “Huerta de Andurique”, aforada por el Monasterio de San Juan de Poio, el 13 de Octubre de 1519, al referido Juan de Colón.

Como señalaba D. Prudencio Otero (1847-1936), en su libro “España, patria de Colón”, en Porto Santo había una casa en ruinas en la que -según la tradición- nació el descubridor de América. Y un buen día, queriendo cerciorarse de si la tradición tenía algún viso de verdad, cruzó el Lérez…., se sentó frente a ella, y entre el musgo y el liquen que cubría la base del crucero que está a su vera, vislumbró una leve inscripción…. “Me levanté –dice don Prudencio- y con la contera de mi bastón empecé con todo cuidado a limpiarlo, y fui leyendo “Juan Col…”, pero no encontraba la terminación…” Al día siguiente, informado D. Luís Gorostola, miembro de la Sociedad Arqueológica, se pudo completar la frase, que decía : “Juan Colón – Recuerdo- Año 1490”. Este informe fue divulgado en Bueno Aires por el ilustre periodista gallego y asiduo colaborador del Diario La Nación, Joaquin Pesqueira, Director en la ciudad porteña de la revista “Suevia”.

Se trataba del mismo personaje que figura en la inscripción mural de la iglesia de Santa Maria, y en varios documentos de la época; permitiéndonos identificarle con el mareante que acompañó a don Cristóbal en 1498, y al que después le fue aforada la “Huerta de Andurique”. Juan de Colón debió fallecer antes de 1528; pues así lo da a entender su viuda, doña Constanza, el 20 de Marzo de aquel mismo año, en el documento de venta y traspaso del foro de Andurique, a favor del comerciante Pedro Rodríguez, vecino de la Moureira. (Escrituras compulsadas el año 1616)

En el mes de Octubre de 1943 D. Felipe Ruza, que desde 1906 era decano del Colegio de Abogados de Pontevedra y autor de relevantes trabajos de jurisprudencia, le envió a “Faro de Vigo” un artículo sobre la patria gallega de Colón, acompañado del facsímil correspondiente a la escritura de venta de La Puntada: “Pues no quiero morirme –decía- sin dar a conocer ese interesantísimo documento que, por motivos profesionales, ha estado en mi estudio…Y lo publico para poder responder bajo mi firma de su exactitud”. Pero el “Faro” no sólo no publicó el facsimil, sino que, sorprendentemente lo extravió. No obstante, el 3 de Marzo de 1945, el artículo en cuestión lo reprodujo el diario madrileño “El Español”, bajo el título de “Colón nació en Pontevedra”.

Volviendo al crucero de piedra de Porto Santo, digamos que estos monumentos religiosos, son obras del arte popular, cuyo origen se remonta al siglo XIV. La fecha podría referirse al año de su construcción, para recordarnos que allí vivieron otros miembros de la misma familia, incluido el propio Juan de Colón, quien al dejar su oficio obtuvo del Monasterio el foro de la Huerta de Andurique, situada a escasos cincuenta metros de la “casa natal”; sobre cuyas ruinas construyó el Ayuntamiento de Poio el actual Museo de Colón.


CASA-MUSEO DE COLÓN EN PORTOSANTO (POIO-PONTEVEDRA)


En Vigo, a 23 de Noviembre de 2010.